Pasado el terrible año
calamitoso que fue el 2016, entramos en este nuevo año con una fuerza renovada,
con mayor energía y ganas de salir adelante. Ya lo hemos dicho antes, los
venezolanos somos un pueblo heroico y combativo. Un pueblo estudioso y
trabajador. Un pueblo consciente que puede resistir, enfrentar y vencer todas
las adversidades y retos que se nos presenten. Superamos ese maléfico 2016 con
mucho sacrificio, pero también, siendo ejemplo para el mundo, por imponer la Paz
como el mayor y más preciado legado para nuestros hijos.
En medio de la peor crisis
económica que hayamos enfrentado (con la abrupta caída de los ingresos
petroleros y el sabotaje en el aparato productivo), el pueblo humilde tiene la certeza
de que su Gobierno Bolivariano nunca traicionará los férreos principios morales
sembrados por el Comandante Chávez en nuestro torrente sanguíneo, en nuestro
ADN. Por eso, somos un pueblo forjado en las luchas por alcanzar la igualdad y
la justicia social. Por más difícil que fue la situación, jamás se tocaron o
disminuyeron los programas esenciales para proteger al pueblo. Nunca se detuvo
la construcción y rehabilitación de viviendas (BNBT); se mantuvieron activos más
de 10.000.000 de niños, jóvenes y adultos en escuelas y universidades; se
mantuvieron los programas de salud como Barrio Adentro y la distribución gratuita
de medicamentos para pacientes con enfermedades crónicas; y ante las continuas
perturbaciones en el sector alimentos, generado por la guerra económica, se
crearon los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP), para
mejorar la organización, planificación y distribución, golpeando los atroces
vicios del contrabando y el bachaqueo. Siempre con creatividad, se ha picado
adelante, avanzando sin descanso, arropando y protegiendo a los más
necesitados.
El resultado de todo esto es
una fe inagotable, la creencia cierta en el bienestar posible que se avecina. La clave está en la condición humana de la esperanza
(del latín spes, sperare), que se nos
presenta como el “Estado de ánimo que
surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. El mundo de lo
posible, como nos enseñó el Comandante Chávez, que es además, una de las
virtudes teologales de nuestra religión católica, donde Dios “infunde en la inteligencia y en la voluntad
del hombre” para así alcanzar la felicidad y el bienestar.
Esperanza y optimismo es lo
que se respira ahora en todo el país. Las plazas están repletas de gente, de
pueblo humilde, de trabajadores, de amas de casa, de estudiantes, de jubilados,
de clase media y profesionales. Un mar de gente. Bien organizados y
esperanzados entorno al Carnet de la Patria.
Allí palpita de nuevo el corazón de la gente, participando activamente, describiendo
en primera persona, como protagonista, todos los beneficios que ha recibido de
la Revolución Bolivariana y describiendo todas las necesidades y requerimientos
que aún le falta por satisfacer.
Toda la data recogida
permitirá mejorar la planificación de las políticas sociales. Ampliar su
cobertura y alcance, siendo así más certeros y eficientes en la asignación y
organización de las Misiones y Grandes Misiones. El propio presidente Maduro
señaló claramente que “El Carnet de la
Patria es para resolver las necesidades de los venezolanos; y dejar de ser un
Gobierno aéreo que pasa por encima de los problemas del pueblo”; y que “El Carnet de la Patria es un mecanismo
ideado para afianzar el sistema de protección social del país. Es el nuevo
instrumento para el gran poder popular que nace en Venezuela”. Este es un
nuevo impulso para llegar hasta las entrañas del pueblo, a las catacumbas. Por
esto nuestro pueblo está nuevamente moralizado y lleno de esperanzas. Es un
aluvión lleno de energía que nos empuja en una nueva cruzada popular. Unidos
como pueblo hacia un mundo mejor.
Del
otro lado de la acera hay oscuridad. La derecha maltrecha no termina de
asimilar lo que acontece. Están adormecidos en sus odios y mezquindades. Están
infectados del oprobioso espíritu de la pesadez. Están solos, tristes y
abandonados. El pueblo no sigue fantasmas, ni embaucadores. El pueblo sabe que
con la derecha no hay futuro, no hay esperanzas. Sus líderes son innegables agentes
del neoliberalismo, que no se atreven a confesar que un gobierno de la derecha
solo vendría a restaurar los privilegios de la elite burguesa, reduciendo el
Estado a la nada. Vean el espejo de Macri y Temer y su agenda llena de
despidos, privatizaciones, aumentos y desprecio total por el pueblo humilde. El
pueblo sabe muy bien que con esta derecha no hay esperanzas.
Richard
Canan
Sociólogo
@richardcanan
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