Fuego
sobre Palestina
Se incrementa el asedio del Imperio
norteamericano en contra de Venezuela. El pretencioso policía de la moral
planetaria ha arreciado las acciones de acoso y de bloqueo económico y
financiero. Aumentan también las amenazas reales de intervención militar, de ataques
y bombardeos selectivos con sus misiles inteligentes y sus drones. Y no
olvidemos la opción de la invasión militar, con el envío de miles de Marines y
mercenarios aniquilando todo a su paso.
Todo por cortesía de las
gestiones de una putrefacta derecha apátrida, encabezada por Julio Borges. A
estas alturas, cualquiera será el pretexto para agredirnos: la “opacidad democrática” es la preferida, o
seguir siendo (en Narnia) nuestro
país una amenaza (de seguro moral) a la seguridad nacional del poderoso Imperio
norteamericano. Hasta nos han acusado de criminales por defender a nuestro país
y a nuestro pueblo de las acciones de violencia fascista, con sus guarimbas y
golpes de Estado incluidas, que ejecutaron los partidos de extrema derecha.
Intentaron aplicar mediocremente los manuales “libertarios” de las fallidas revoluciones de colores, auspiciadas y
financiadas por los gringos. En ningún país “tutelado” por el Imperio ha
llegado la paz o la unidad nacional. Todos han pasado rigurosamente por
tormentosas y sangrientas guerras civiles.
Estados Unidos, implacable juez
y verdugo ante cada acción soberana de Venezuela, es realmente un imperio
inmoral, doble cara y decadente. Resulta que este país se acaba de dar el tupé
(con el mayor oprobio y desvergüenza en contra de la raza humana), de bloquear la
resolución de la Organización de Naciones Unidas que solicitaba una “investigación internacional” por la sangrienta
carnicería que el demonio colonizador ha venido ejecutando impunemente en
contra del pueblo palestino.
El inmoral papel de Estados Unidos,
de cabrón de los carniceros es espeluznante. Todo el planeta repudia la
masacre. Pero el Imperio se esmera en proteger a su cachorro. Su aventajado
discípulo. El parte de guerra es indignante. En un solo día ocurrió el
asesinato, en la Franja de Gaza, de más de 60 palestinos civiles desarmados y quedaron
más de 2.500 heridos, todos víctimas de francotiradores del ejército del demonio
colonizador. Su ministro de asuntos militares se regodeaba en los medios al ratificar
públicamente su orden de “actuar con
máxima fuerza”. ¿El resultado? Una nueva matanza en la Franja de Gaza.
El pueblo palestino se
manifestaba pacíficamente en medio de la “Marcha
del Retorno”, exigiendo el sagrado derecho de sus refugiados a regresar a sus
hogares. La respuesta del demonio colonizador fue disparar sus armas de guerra en
contra de una población civil indefensa. Hasta Amnistía Internacional señaló
estar frente a una “aborrecible violación
de la ley internacional”.
Este 15 de mayo conmemoraban
los 70 años de la Nakba (la catástrofe),
cuando el demonio colonizador inició su sistemática práctica de aniquilación y
genocidio en contra de este pueblo milenario. Iniciando así una ininterrumpida
operación violenta de ocupación territorial, de expulsión y desplazamiento
forzado de sus hogares sobre millones de familias.
El demonio colonizador nunca
ha mostrado disposición a cumplir lo ordenado por la ONU de crear dos estados
sobre este territorio. Jamás ha cumplido los Acuerdos de Paz de Oslo (1993), y ha
seguido con su voracidad depredadora de ocupar cada vez más y más territorio
palestino (el plan de “anexionismo”).
Además, con la excusa de “garantizar”
su seguridad dentro de los territorios palestinos “anexados” y robados de manera violenta, tuvo que construir kilómetros
de estructuras de hormigón (Muro de la
Vergüenza), que provocan la fragmentación y división de la tierra, los
cultivos y las comunidades, aislándolas unas de otras, e impidiendo a la
población su libre desplazamiento. Un millón de palestinos sobreviven
discriminados dentro de los muros y retenes en condiciones precarias de
subsistencia (sin empleos, servicios públicos, etc.), pero peor aún, más de
cinco millones viven en calidad de refugiados, en condiciones infrahumanas, bajo
la protección diaria de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de
Palestina.
El demonio colonizador tiene
las más poderosas armas y no tiene escrúpulos en usarlas. Tiene ingentes
recursos mediáticos, técnicos y financieros. Ha ejecutado impunemente, por
décadas, su programa de exterminio, pero al frente tiene al humilde pero aguerrido
y estoico pueblo Palestino, que jamás se doblegará y nunca renunciará a su
territorio, al derecho al retorno, a volver al hogar de sus ancestros. Con una
enorme simbología, cada palestino lleva siempre consigo la llave original de su
casa, con la esperanza, en Dios misericordioso, de volver algún día a ella.
Contra este anhelo y el amor por su patria, nunca podrá el demonio colonizador.
Richard
Canan
Sociólogo
@richardcanan
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