Gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento; iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo; “la familia de los Darío”, y el joven poeta; en busca de eufonía, adoptó la fórmula “Rubén Darío” como nombre literario de batalla.
Del ritmo y la rima
Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares; tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado.
Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano; pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes; de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible. Trajo a un idioma que estaba en tiempos de decadencia el influjo revitalizador americano y los modelos parnasianos y simbolistas franceses; abriéndolo a un léxico rico y extraño, a una nueva flexibilidad y musicalidad en el verso y la prosa, e introdujo temas y motivos universales, exóticos y autóctonos, que excitaban la imaginación y la facultad de analogías.
Cómo muere Rubén Darío
La continua ingestión de licor, fue la causa primordial de la muerte del poeta.
La adicción hizo raíces en Rubén Darío; quien al venir de un hogar de riesgo y una vida familiar traumática; debido a una separación de sus progenitores, bebía para paliar una fuerte depresión.
El alcoholismo crónico que padecía le causó innumerables crisis de salud; además de muchos problemas psicológicos; tales como obsesiones acerca de la muerte o momentos cuando predominaba cierta mística exaltación. Además sufría de alucinaciones.
Pero a pesar de tantos padecimientos; tuvo una negativa relación con los médicos, en la cual predominaba el odio y el miedo, la esperanza y el desprecio.
Así fue deteriorándose paulatinamente desde 1910 en adelante; ya el poeta había viajado toda su vida por Europa y por todo el continente americano, hasta que en 1916 llega a la ciudad de León, en su país natal.
Poco tiempo después de su llegada; Rubén Darío fallece el día 6 de febrero de ese mismo año. Su agonía fue muy dolorosa y cuenta la historia que hasta profanaron su cuerpo disponiendo de su cerebro, una vez muerto el poeta.
Su funeral lo presidió el obispo de su ciudad de la infancia, León; y el presidente de Nicaragua para aquella época, Adolfo Díaz Recinos. Recibió cristiana sepultura en la catedral de esa ciudad; el día 13 de febrero de ese mismo año, debajo de la estatua de un León esculpido por Jorge Navas Cordonero.
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