BALANCE GENERAL
En su acostumbrado editorial, El Nacional, se refirió a las palabras del presidente norteamericano, Donald Trump quien habló de una posible invasión militar a nuestro país. El medio destacó que dichas amenazas favorecen al gobierno del presidente Maduro, en un momento donde sólo contaba con el apoyo de los “cuatros gatos del ALBA y los acreedores ruso y chinos” y a pesar que los venezolanos no permitirán presencia militar en el país, el medio alertó del peligro que se corre, por el hecho de ser gobernados por “el hijo del dictador”.
EXTRACTOS DE ARTÍCULOS OPINIÓN
Editorial / La guerra de Madurito / El Nacional
Cuando el mundo occidental daba a conocer su rechazo por la vía diplomática a cualquier intento de invasión militar a Venezuela, lo cual es lo lógico porque, a estas alturas, nadie puede ser tan torpe para repetir en América Latina los errores que todavía hacen sangrar la historia.
Las amenazas del presidente Trump contra la dictadura de Maduro caen como agua fresca para un sediento en el momento preciso en que el gobierno atraviesa su desierto y camina en soledad o, en todo caso, acompañado por los cuatro gatos del ALBA, y por sus acreedores rusos y chinos.
Pero la historia es una navaja afilada que corta la memoria en finas hojas que deben recorrerse con habilidad y buen juicio. Venezuela, nunca ha apoyado una invasión a algún país y mucho menos a Cuba porque sólo los pueblos deben luchar por su libertad.
Otra cosa es apoyar las luchas por la libertad. Los venezolanos estamos totalmente de acuerdo que la solidaridad y la lucha por la libertad y la democracia deben nacer del propio pueblo que sufre la opresión y no endeudar nunca la libertad con la complicidad de agentes de afuera.
Hoy luchamos solos y recibimos el apoyo diplomático de gobiernos que entienden el desafío democrático que vivimos. Simón Bolívar nos enseñó, en su perenne peregrinar por conseguir recursos y apoyos de otros países, a recibir ayuda sin comprometer los valores de la patria. Hoy ocurre lo contrario, se exhibe un antiimperialismo estruendoso pero a la vez se llama desde Miraflores a la Casa Blanca y, para mayor vergüenza, Trump no le atiende el teléfono a Maduro. Ridículo total e innecesario.
Estados Unidos pudo haber llegado a nuestros puertos y amenazar a los gobiernos de la época pero jamás se atrevió a establecer una cabeza de playa, conquistar una región y hacerse de ella. Se nota que conocen nuestra valentía, nuestro coraje y nuestro espíritu guerrero. Lamentablemente muchos de los jefes maduristas desconocen, o fingen desconocer, que quienes nos han invadido en los últimos tiempos no han sido norteamericanos sino cubanos entrenados para matar venezolanos.
No estamos hablando de hoy, ni de cuando el difunto viajó a Cuba como presidente electo y acordó reforzar las relaciones con Fidel Castro en términos humillantes. Ya las Fuerzas Armadas habían derrotado a la insurgencia que desembarcó en Machurucuto, y los cubanos sufrido bajas estimables. Pero los soldados venezolanos pusieron en fuga al general Ochoa, quien sería años después el héroe de la victoria cubana en Angola.
Los venezolanos debemos entender que las locuras del dictador Maduro nos han llevado a una situación límite, innecesaria y estúpida. Aquí nadie establecerá presencia militar porque los venezolanos nunca lo hemos permitido. Otra cosa es que quieran utilizar esta balandronada de Trump para amortiguar su caída. Así actúan los dictadores, acuérdense de la guerra de Las Malvinas.
Lo doloroso es que estamos en manos de imbéciles, de niñitos de la revolución como Nicolás Maduro Guerra, hijo del dictador, que salen a decir que Venezuela respondería con "fusiles en Nueva York y tomaría la Casa Blanca en caso de una invasión militar estadounidense. Vietnam se quedaría pequeño". ¿Lloramos o reímos?
Miguel Henrique Otero / ¿Para qué sirve la acción internacional en contra de la dictadura?/ El Nacional
Lo que está ocurriendo en el plano internacional es una avalancha de proporciones desconocidas hasta hoy en la historia reciente de América Latina. La cantidad y la calidad de las expresiones de indignación y repudio en contra de la dictadura encabezada por Maduro solo pueden ser comparadas con el rechazo casi unánime que las prácticas del Califato Islámico han generado en el mundo.
Basta con hacer una revisión de los pronunciamientos recientes para disponer una perspectiva de la situación. La cumbre de cancilleres que tuvo lugar en Lima, produjo un comunicado el pasado 8 de agosto, organizado en varios puntos, que no tiene desperdicio: condenan la ruptura del orden democrático; desconocen la constituyente fraudulenta y “todos los actos que emanen de ella”; respaldan la Asamblea Nacional; rechazan el uso de la violencia en todas sus formas; expresan un amplio apoyo a la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, y a la institución que ella dirige; condenan de forma tajante las violaciones de los derechos humanos, la existencia de presos políticos y el despojo del derecho a elecciones libres garantizado por la Constitución vigente.
Una serie de países ha emitido comunicaciones contundentes y precisas que condenan la condición ilegal e ilegítima de la fraudulenta: Estados Unidos, Argentina, Colombia, Reino Unido, México, Chile, España y otros. En Puerto Rico está en proceso una ley que prohibirá que empresas vinculadas a la dictadura hagan negocios en ese país. The New York Times, posiblemente el medio de comunicación más importante del mundo, comparó a Maduro con el sirio Bashar al Asad, con Kim Jong-un –tercero en la dinastía de criminales que gobierna Corea del Norte desde 1948– y con Robert Mugabe, tirano de Zimbabue. Hasta el mismísimo papa Francisco ha pedido la suspensión de la constituyente.
Los 28 países que integran la Unión Europea, con una determinación sorprendente, han desconocido la constituyente y han llamado a sus promotores a suspenderla de inmediato. La Organización de Estados Americanos y su secretario general, Luis Almagro, anunciaron que el Consejo Nacional Electoral quedó fuera de la Reunión Interamericana de Autoridades Electorales, convocada para el próximo mes de octubre, lo cual significa que esa entidad rompe con la conducta fraudulenta gestionada por las cuatro rectoras. Las razones y diligencias de Luis Almagro, aliado fundamental de la sociedad democrática venezolana, continúan avanzando, con resultados concretos: cada vez son más los países que se pronuncian en contra de la narcodictadura.
El gobierno de Francia, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha expresado una firme crítica a la asamblea constituyente, a la situación de los opositores encarcelados, a la destitución de Luisa Ortega Díaz, al tiempo que ha deplorado la falta de voluntad para promover la reconciliación del país.
Otra medida que destaca por su inmenso valor político –que contrasta con el cacareo que Chávez hizo en numerosas oportunidades de él– es la “suspensión indefinida” de Venezuela del Mercosur por la violación de la llamada cláusula democrática, contenida en el Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático. La decisión, esto es importante divulgarlo, abre las puertas a próximas sanciones económicas y comerciales.
El activismo de la Oficina para el Control de Activos Extranjeros, entidad perteneciente al Departamento del Tesoro de Estados Unidos, publicó la semana pasada una nueva lista de sancionados, particularmente emblemática, por todas las aristas que ella contiene: familiares del primer responsable, teóricos del fraude, militares directamente responsables de la violación de los derechos humanos. Esta lista y las anteriores no dejan lugar a dudas: vendrán otras, que anticipan que la situación de Venezuela no dejará lugar a la impunidad. Antes habían sido sancionados el dictador Maduro, miembros de su clan familiar, amigos suyos de largo historial como expoliadores del tesoro nacional, así como militares responsables de muertes y heridos en las protestas.
El anuncio realizado por el Credit Suisse, el principal banco de Suiza, constituye un hito de carácter histórico, porque no se trata de acciones provocadas por una orden gubernamental sino por estricta decisión de sus directivos, en la que prohíbe las transacciones con bonos de Pdvsa –cuyos vencimientos están previstos para 2022 y 2036, y cualquier otro papel colocado después del 1° de junio–, porque no quiere que esa organización provea de recurso alguno que pueda ser utilizado para la violación de los derechos humanos. Este, recuérdenlo, es el primero de muchos bancos que tomarán medidas como la señalada.
El gobierno de Perú ordenó el viernes la expulsión del embajador de Venezuela. Simultáneamente, varios países han anunciado y tomado medidas para otorgar algunas formas de protección a exilados y refugiados venezolanos: Panamá, Colombia, Perú. También la ciudad de Miami.
La Organización de Naciones Unidas, en una acción que tiene y tendrá un largo eco mundial, ha emitido un comunicado en el que denuncia la represión y las prácticas de tortura sistemáticas que aplica la dictadura, que la emparentan con los usos de las dictaduras del Cono Sur: colgar a los detenidos por los pies y las muñecas; asfixia con el uso de gases tóxicos; choques eléctricos; amenazas de muerte o de violencia sexual; etcétera.
Podría continuar por páginas y páginas listando las expresiones de solidaridad y la presión que gobiernos, parlamentos, organismos multilaterales, organizaciones no gubernamentales especializadas en la defensa de los derechos humanos, gremios profesionales, de trabajadores y empresariales, iglesias, medios de comunicación y mucho más, han emitido con relación al estado de cosas en Venezuela.
A quienes se preguntan para qué sirve esta múltiple y potente acción internacional, si ella no logra que el gobierno cambie de conducta, me permito decir: sirve para aislar al gobierno; sirve para castigar a sus responsables; sirve para allanar el camino que los conducirá hasta los tribunales; sirve, en alguna medida, para impedir que las cosas empeoren; sirve para que expertos mantengan su vigilancia y puedan continuar con la labor de construir los expedientes que, más temprano que tarde, serán el punto de partida de juicios penales; sirve para activar la solidaridad real, expresada de muchas maneras; sirve para recibir la energía que proviene del acompañamiento y la certeza de que no estamos solos; y sirve, en definitiva, como una fuerza que acompaña a los demócratas venezolanos en la tarea histórica de recuperar la libertad.
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