El 16 de febrero de 1816, José Antonio Páez, con sólo 300 hombres de caballería, vence a 1.600 realistas en el sitio denominada La Mata de la Miel.
Esta primera gran victoria de Páez, joven aún dejó en poder de los patriotas unos 500 prisioneros, arma y municiones y más de 3.345 caballos, indispensables para el llanero.
Es en esta acción donde Páez -según narra en su autobiografía- sin darse cuenta se acercó demasiado al enemigo, quien comenzó a disparar, hiriendo mortalmente a su caballo, a lo cual «tomando entonces uno de los dragones, me reuní con mis tropas, a quienes (lo recuerdo como si fuera hoy) les dirigí la más estupenda proclama que jamás ocurrió a general alguno.
-Compañeros, les dije, me han matado mi buen caballo, y si ustedes no están resueltos a vengar ahora mismo su muerte yo me lanzaré solo a perecer entre las filas enemigas. Todos contestaron «Sí, la vengaremos».
Por esta importante acción, el gobierno de Nueva Granada le concede el grado de Comandante. El historiador J.A. Cova afirma que «después del combate de «Mata de la Miel», Páez se crece como caudillo de los llaneros. Es su jefe indiscutible y entre ellos manda y gobierna con la omnipotencia de un sultán. Ha dejado atrás a todos los que fueron sus primeros compañeros de armas: Nonato Pérez, Genaro Vásquez, Antonio Figueredo... Su guerra es típica y original, y su «gente» son «montoneras», que forman, no una tribu bárbara en marcha».
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